Valth Deekhier, antiguo miembro del respetado ejército de Balthior, es un hombre atormentado desde que siete años atrás le comunicaron la horrible muerte de su mujer y de su hija. Desde entonces, como vagabundo buscavidas sin ningún aprecio por la vida (ni siquiera por la propia), se ha enfrentado a la muerte no en pocas ocasiones y ha visto y vivido situaciones que harían palidecer al más sanguinario de los guerreros.
Pero nada de todo ello le había preparado para lo que le acechaba desde las sombras más profundas de una silenciosa calle envuelta en bruma, cuando una criatura de los infiernos se lanzó en pos de él, para otorgarle el más preciado don que se le puede conceder a un ser humano: el de la inmortalidad.
Tal como Jordi Casas nos tiene acostumbrados, La sangre de los condenados nos sumerge en una verdadera paranoia sobrenatural en la que la sangre, la perversión y la depravación más absoluta mueven los engranajes de una historia fascinante sobre la cara más oscura y perversa de la psique del ser humano.
La sangre de los condenados fue un experimento literario que deseaba realizar desde el momento en que empecé a escribir mis primeras líneas. Sin embargo, la oportunidad no se presentó hasta que tuve que decidir el tercer título a publicar con FAPA Ediciones; inmediatamente después de Negro Amanecer y La piedra de la creación.
La idea de La sangre de los condenados empezó a forjarse en mi cabeza a finales de los años 80, cuando leí por primera vez "Confesiones de un vampiro", de la genial y maravillosa Anne Rice. Al leerla por primera vez sentí que se desaprovechaba la oportunidad de describir con más profundidad el momento de la transformación de Louis de Pointe du Lac (el protagonista); sobretodo su pérdida de humanidad que durante toda la obra tanto lamenta pero en la que apenas se le dedica unas breves páginas. Desde el primer momento en que empecé a escribir tuve la intención de idear un relato sobre la pérdida gradual de todo aquello que nos hace humanos; profundizando precisamente en esta pérdida. Y La sangre de los condenados fue la oportunidad soñada.
Aprovechando el universo que estaba forjando con mi obra, adapté el mundo en el que el título transcurre a un Ghregis anterior a Negro amanecer o La piedra de la creación; apenas unos siete años después del fin de la guerra entre Balthior y Werlh. Moviéndome en un viaje interior y utilizando conjuntamente la primera y la tercera persona del singular para desarrollar la sencilla trama que es en realidad este título, ideé un relato estremecedor y atípico sobre, no solo la pérdida de la humanidad, sinó también sobre partes oscuras del propio ser humano que forman parte de la imaginería colectiva y que se han encargado de lograr que la raza humana haya sobrevivido hasta la actualidad; desde la aparición del "Homo Erectus".
En definitiva, se trata de un texto primario en sí mismo, que es precisamente su razón de ser, como experimento literario con el que fue concebido por mi parte y con el que me divertí sobremanera al imaginar el impacto que podría tener en el lector al leerlo. Algunos de dichos lectores lo han tildado de redundante. Sin embargo, ésa es precisamente la idea: dar vueltas y vueltas una y otra vez, de manera obsesiva a un concepto al que no le damos ninguna importancia, simplemente porque lo damos por sentado y que forma parte de la condición humana alcanzada por nuestros antepasados (sobretodo al ser inimaginable que sea posible que pueda sernos arrebatada). Sólo echando un vistazo a la realidad cotidiana que nos rodea, yo mismo me cuestiono si se conserva algo de esa naturaleza humana a mi alrededor. Individualmente seguramente sí, evidentemente. Pero colectivamente hablando... Tengo mis dudas. O tal vez es a la inversa; ya no lo se. La adquisición de ciertas habilidades extraordinarias y sobrenaturales a cambio de renunciar a aquello que, intrínsecamente, nos hace humanos (que es la idea esencial de este título), no es más que una metáfora de lo que, socialmente hablando, está sucediendo en la actualidad: al permitir que una sencilla herramienta como es un teléfono móbil gobierne nuestras vidas, acercándonos y alejándonos a la vez, los unos de los otros.
No quiero seguir filosofando. Simplemente espero que disfrutes de su lectura.
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