Cuenta la leyenda que los dioses aseguraron el equilibrio del Multiverso moldeando un objeto con los cinco elementos utilizados en su creación: el Aire, el Fuego, La Tierra, el Metal y el Agua. Ese objeto, escondido en un lugar remoto y desconocido, mantiene unidas las realidades así como el equilibrio entre las fuerza del Bien y del Mal que ansían por encima de todo, encontrarlo. Nikky Wyler, la peculiar ladrona pelirroja de raza elghar, desafía las fuerzas más oscuras que se puedan imaginar en su primera aventura en solitario.
El orbe de cuarzo azul es el preludio de lo que fue La piedra de la creación: una aventura en primera persona, donde la personalidad de uno de los personajes más carismáticos del autor lleva al lector de la mano en un viaje por las profundidades de un incipiente continente de Ghregis.
Escrito en un fin de semana e influenciado ligeramente por la película de 1997 "El quinto elemento" de Luc Besson, este relato fue mi modo de dar todo el protagonismo a mi querida Erika de "Forjado en lágrimas". Para ella desarrollé una pequeña leyenda imaginando la situación en que podría poner a un ser carente de ambición y maldad en la tesitura de elegir el destino de todo un continente. Así evolucionó Erika a Nikky Wyler; la evolución lógica del concepto de los elghars propiamente dicho que, posteriormente, terminé de definir en "La piedra de la creación".
Esta obra es un relato sencillo y entrañable sobre la ambición humana, vista a través de los ojos de una criatura carente de ambición; más similar a una pequeña niña de ocho años pero con mucha más vida, muchísimo más mundo y, sobretodo, muchísima más imaginación y curiosidad que la mayoria de adultos como nosotros.
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