Tal como se ha comentado en el apartado correspondiente, Ghregis, los Reinos de la luz o el Gehena, entre otros, forman parte de un complejo multiverso en el que el Espacio, el Tiempo y la Realidad se funden formando un Todo, conectando infinitas realidades (también llamadas dimensiones) en una inmensa telaraña de proporciones cósmicas.
Y en una de esas muchas realidades se halla el Oráculo de Fherdh. Considerado por muchos como el dios de la sabiduría y el Conocimiento, Fherdh fue, es y será uno de los diversos dioses que colaboraron con Beldor y sus hermanos en la creación del Universo. Como dios que es no puede interactuar directamente con las especies mortales que gobiernan los planos de realidad del Multiverso. Sin embargo, por su misma naturaleza, tiene sus tretas para hacerlo; igual que los restantes dioses a lo largo de los tiempos.
Hay lugares muy concretos en todas y cada una de las realidades que forman el cosmos desde el cual se puede acceder a otras ubicaciones fuera del mismo Espacio-Tiempo-Realidad. Se podrían llamar Portales, ya que son pasajes físicos y/o espirituales que interconectan una o múltiples realidades y que únicamente pueden ser cruzados en determinadas circunstancias. A lo largo del Multiverso hay diferentes accesos al Oráculo de Fherdh y en Ghregis, ese acceso se encuentra en la cima de uno de los múltiples picos que forman los Montes Perdidos. La ubicación de dicho lugar se perdió en la noche de los tiempos; unos siglos antes de que Kyrass y su hermana nacieran. La nigromancia y la hechicería ya empezaba a ser desarrollada por los dragones y los elfos, y los humanos comenzaban a dar sus primeros pasos por el mundo. Por aquel entonces los badroks aún eran considerados una raza honesta y respetable.
Como decía, por aquel entonces los dragones y los elfos conocían la ubicación exacta de la entrada que conducía al portal de acceso al oráculo de Fherdh. Debido a su dificultad, los elfos colaboraron con los enanos para construir una entrada física que protegiera dicho portal. Y con la ayuda de los dragones construyeron una plataforma de roca lo suficientemente grande como para que un dragón aterrizara en ella. De este modo, tendrían acceso al portal siempre que lo quisieran.
Sin embargo Fherdh tenía otros planes. Como dios, estaba dispuesto a escuchar el ruego de todo aquél dispuesto encontrarlo. Pero para merecerlo debería pasar una serie de pruebas. Conocer la ubicación y acceder a ella fueron las dos primeras. Pero una vez la ubicación fue conocida y explotada, Fherdh creó una tercera condición para lograr su favor: una llave en forma de medallón que abriría la puerta únicamente a aquél que la tuviera en sus manos. Una llave de un solo uso.
Con el paso del tiempo, la ubicación del portal se fue perdiendo en el subconsciente de los dragones, los elfos y los enanos que conocían su paradero, hasta que el correr de las generaciones llevó a su más absoluto olvido. La dificultad para acceder a él y la imposibilidad de encontrar el medallón que abría la puerta; un medallón que desaparecía y se materializaba de nuevo en algún lugar desconocido y aleatorio después de ser usado, hizo que la cueva del oráculo se convirtiera en un mito, y los pocos humano que, siglos después, intentaron explorar los Montes Perdidos en un intento de encontrar su ubicación exacta fracasaron estrepitosamente.
Se sabe que Fherdh es selectivo a la hora de decidir quien es apto para recibir su consejo. Como dios es caprichoso por naturaleza y, aunque seas apto para formular las preguntas adecuadas, deberás atenerte a las consecuencias que el conocimiento por sí mismo plantea: no solo al hecho de recibir y aceptar la respuesta, sinó también a qué hacer con el conocimiento recibido.
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-Apariciones: Después del crepúsculo
-Ubicación: En algun lugar de las cumbres de los Montes Perdidos
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